viernes, 06 de diciembre de 2024
23 de julio de 2024
Las temperaturas extremas que parten del cambio climático dejan un escenario en España en el que la sequía se articula como una gran preocupación. Y lo es también para Bruselas. La Comisión Europea apunta que España afronta un riesgo en cuanto a la gestión del agua y le insta a mejorar la eficiencia de este sistema para esquivar el posible golpe económico que implicará.
"Se necesita una gestión del agua sostenible para abordar los crecientes retos de escasez de agua", dice la Comisión Europea en su análisis por país, en este caso sobre la economía española, presentado el pasado junio. Advierte de que España sufre de estrés hídrico por el cambio climático, un factor que no solo afecta a la agricultura, la biodiversidad o las finanzas públicas, sino que repercute directamente en la competitividad.
La advertencia, como parte del análisis económico de Bruselas, supone un cambio de paradigma. Lo que deja entrever es que la Comisión Europea considera cada imprescindible gestionar las sequías para mantener la competitividad de la economía, especialmente en los países del sur de Europa que son los más afectados por el estrés hídrico. De la mano de estrategias como el Pacto Verde europeo, la inclusión de recursos naturales como el agua en un análisis económico apunta a una visión más centrada en el cambio climático y sus consecuencias para delinear la estrategia de competitividad del bloque. En la última década, las reservas hídricas en España han marcado una senda descendente, especialmente en ciertas regiones. Sin ir más lejos, este año se ha activado la alerta por sequía en Cataluña, Andalucía y Murcia ya que sus reservas de agua han caído por debajo del 20% de su capacidad total. España se aleja del objetivo y necesita ponerse al nivel de la media de la UE, cuyo índice de explotación del agua es la mitad que el español, apunta el informe de Bruselas.
Si bien España ha adoptado medidas para mejorar la gestión de los recursos hídricos al amparo del Plan de Recuperación, la Comisión Europea apunta que todavía hay desafíos por abordar en lo relativo al control del agua que requieren una mejor coordinación entre gobierno y administración. También apunta a impulsar medidas que mejoren sectores como la recolección de aguas residuales, la reutilización del agua, reducir las fugas en las redes de distribución de agua, mejorar las soluciones naturales, evitar inundaciones e impulsar la restauración de los ríos.
España cuenta con la quinta mayor superficie de irrigación de la UE y la extracción de agua con fines agrícolas representa el 68% del total. "Los altos niveles de extracción de agua lleva a la desalinización, lo que deteriora el agua para beber y para irrigar y agrega más salinización a los terrenos secos", dice Bruselas. Es así que propone que se extienda el uso de cultivos resistentes al clima y se invierta en una infraestructura eficiente de uso del agua.
Lo cierto es que España es uno de los países de la UE más afectados por la sequía, también es vulnerable a los incendios y a las olas de calor. La generación de electricidad se va a ver cada vez más afectada por los patrones de lluvia, teniendo en cuenta que aumentará la frecuencia e intensidad de las sequías y también la temperatura de las aguas serán más elevadas.
Pese a los avances que ha hecho España en los últimos años, la gestión del agua continúa siendo una preocupación medioambiental. Las sequías se han vuelto un fenómeno habitual en regiones como Cataluña o Andalucía, por lo que la innovación en este segmento será de vital importancia y ayudará a mejorar la eficiencia y productividad del agua.
En España, la economía del agua genera unos 45 euros por metro cúbico de agua extraída, lo que se traduce en uno de los niveles de productividad más bajos de la UE. Además, la escasez de agua y el estrés hídrico han propiciado que en 2023 y 2024 se activara la emergencia por sequía en ciertas regiones, una coyuntura que ya no se limita a los meses de verano.
Como medidas para mejorar la gestión del agua, la Comisión Europea se refiere a una mejora en la salud de la tierra, considerando que hasta un 36% se encuentra en condiciones poco saludables, principalmente debido a la pérdida de carbón orgánico. Por tanto, uno suelos más sanos contribuirían a la retención del agua y ayudarían a evitar sequías.
Brecha de inversión
Entre 2014 y 2020, la brecha de inversión medioambiental en España se elevó a 11.500 millones de euros al año, es decir, el 1% del PIB. Por otro lado, las necesidades de inversión para el periodo 2021-2027 se elevan a 27.100 millones de euros al año, según las últimas estimaciones, y la brecha de inversión en comparación con el periodo anterior se amplía hasta los 11. 700 millones.
Es en este escenario que Bruselas considera que España debería invertir más para hacer frente a los desafíos medioambientales. En el caso de la gestión del agua sostenible, la Comisión Europea estima que la brecha de inversión anual es de 2.200 millones de euros. La brecha de inversión en prevención de contaminación aumentó hasta los 4.500 millones de euros anuales.
La agenda estratégica
El primer ministro portugués, Luis Montegro, incluía entre las prioridades de la próxima agenda estratégica de la UE la gestión del agua y la prevención de la sequía. "La política del agua que quiere implementar el Gobierno portugués en los próximos años, tiene que ver con la vida de las poblaciones. Tiene que ver con el desarrollo de actividades económicas como la agricultura, el turismo y con los valores medioambientales y de cohesión territorial". El portugués instaba a "ampliar las fuentes de financiación de empresas y la garantía de derechos sociales" a través de una mejor gestión del agua.